lunes, 3 de diciembre de 2007

Perder es ganar un poco. ¿O mucho?

No conozco muy bien el texto de la reforma constitucional propuesta por Hugo Chávez, alias “El gorila rojo”, ni los pormenores de todo este proceso electoral en Venezuela, así que voy a tratar de no referirme a la conveniencia de los resultados electorales del pasado 2 de Diciembre en Venezuela, a sus causas ni a sus implicaciones.

Como primera medida, y para poner en contexto este post, tengo que expresar mi desprecio personal e ideológico hacia el Gorila. Creo que es un verdulero incendiario que no desaprovecha oportunidad para entablar peleas y discusiones juveniles con naciones, gobiernos y pueblos enteros para obtener dividendos políticos basándose en practicas demagógicas y arcaicas que insultan la inteligencia del pueblo venezolano y de la comunidad internacional. Es fácil verlo a él, y a sus secuaces, insultando y descalificando a sus contendores, utilizando “argumentos” infantiles y ataques personales que no aportan nada a una discusión política ni a un país con los problemas sociales, económicos y políticos de Venezuela.

Sus constantes ataques a la libertad de expresión y los sesgos que los medios de comunicación, que son dominados por él y su régimen, inculcan en el pueblo venezolano son repugnantes. El control absoluto y el mal uso que se le da a los medios masivos de comunicación en Venezuela contribuyen a la ignorancia de un pueblo al cual el Gorila está dispuesto a utilizar y manipular hasta donde sea necesario para alcanzar sus objetivos. Resulta vergonsozo ver la forma en que satanizan a la oposición y los califican utilizando palabras de gran impacto como “imperialismo”, “George W. Bush”, “fascismo” y “neoliberalismo”, haciendo uso una vez más de un discurso populista, retrogrado y pusilanime; que hace que sus seguidores se rasguen las vestiduras y rompan en alabanzas y elogios hacia él sin necesariamente saber que significan esos términos, su importancia histórica ni como aplicarlos a la realidad geopolítica latinoamericana ni a su propio país. Verlo en televisión dando ruedas de prensa horas antes del cierre de las votaciones del referendo con un bebe en sus brazos causa un escozor insoportable que nos devuelve a las épocas del “baby kissing” en los Estados Unidos y las fiestas con lechona y papayera, ampliamente conocidas en Colombia .

Aun cuando dije que no me quería referir a los resultados del referendo, no puedo esconder la alegría que me producen. Ojala que esta derrota le abra la ojos, y le haga ver que él no es dueño absoluto de la verdad, que el pueblo también decide que decidió en contra de su proyecto político. Ojala esto le haga ver la importancia de la oposición y de incluirla en reformas de la magnitud de la rechazada el domingo. Ojala vea que no puede solo, y que Venezuela es más grande que él. Y ojala que no tome represalias contra los que votaron por el NO...

Aun así, debo admitir que el resultado fue inesperado. Yo, como muchos otros, pensaba en un triunfo cerrado del Gorila, escándalos de corrupción, enfrentamientos en las calles, muertos y un tufillo a fraude electoral que iba a marcar definitivamente la historia de Venezuela y la del resto del continente. Nada de esto sucedió.

En una actitud llena de dignidad y gallardía, el derrotado Gorila aceptó su perdida aún cuando esta fue por un margen muy bajo, el cual hubiese podido ser fácilmente manipulable. Mis respetos al Gorila por la forma en que asumió su derrota, su responsabilidad con la historia de su país y el compromiso con su proyecto político.

Después de ver lo sucedido en Venezuela, viene a mi mente la frase de uno de los personajes más polémicos de la historia colombiana: Francisco Maturana y su “perder es ganar un poco”. Y es que fue Maturana quien popularizo aquella maldita frase refiriéndose a la situación de la selección Colombia.

Mientras que perder en el fútbol no es más que perder, en la coyuntura política que vive Venezuela perder es ganar mucho más que un poco. La forma en que el Gorila le callo la boca a todos los que pensábamos que se iba a robar las elecciones lo legitima como un mandatario digno de su posición y le quita peso (pero no del todo) a todos los comentarios de aquellos que lo ven como un dictador autoritario y corrupto.

Felicitaciones Gorila Chávez. En esta ocasión, perder fue ganar. Y mucho!